El verano pasado tropecé con mi primer “stolpersteine”, dos portales más arriba de casa. El sol del verano tiene esas cosas, te acaricia, te toca, te señala y pone a brillar el suelo. Es una placa en el suelo frente al portal 4 de mi calle, con el nombre del abuelo o bisabuelo, o padre o tío, de alguien que vive o vivió en esa casa. Imagino que esa persona, familiar del que figuraba en la placa, desde que la placa está ahí, sonríe cuando baja a la compra o a caminar por su calle.
Los stolpersteine son piedras de la memoria. Monumentos, homenajes en la puerta de casa, en el camino, en los mapas de las ciudades europeas.
Literalmente significa “piedra con la que tropiezas”. Tropiezas con un acto de amor, con una obra de arte contra el olvido, con un “estuve aquí y este es mi nombre, pronúncialo ahora tú”. Con un acto de justicia. Porque en esa placa está escrito el nombre de personas represaliadas y asesinadas en los campos de exterminio nazis.
El artista alemán Gunter Demnig, diseñó estos pequeños monumentos de la memoria: un adoquín con una placa dorada, en la que está inscrito el nombre, la edad y el nombre del campo al que fue deportado, así como la fecha de su muerte, son colocados delante de la casa en la que vivió o trabajó la persona que se recuerda. Su proyecto comenzó cuando se cumplió el cincuenta aniversario del Decreto de Auschwitz, dictado por Himmler para la deportación de los gitanos, sintis y romaníes. Gunter puso la primera a inicios de los noventa en Colonia, en esa ocasión, fue sin autorización y en honor de una persona gitana, al cabo de un tiempo de insistir, consiguió la autorización y más adelante el apoyo del ayuntamiento. El proyecto fue creciendo y extendiéndose, sumando personas de las familias de las víctimas, de otras familias, personas conmovidas, motivadas por este pequeño gran acto artístico de justicia poética y memoria histórica. Y siempre con autorización y apoyo de los ayuntamientos de las ciudades.
Supe todo esto después de que me encontré con la placa de mi vecino Pablo Agraz Alonso que estuvo en Mathausen en 1940. No he conseguido hablar con su familia, los hijos, nietos. O sobrinos. Confieso que he llamado a todos los telefonillos sin mucha suerte, pero la placa dice que Pablo fue liberado. Debió ser de aquellos que dieron la bienvenida a los aliados desde lo alto del muro del campo.
Las piedras nos hacen tropezar con las historias. Pablo vivía en Paris, Vicente fue médico y emigró a Venezuela, Eliane estudió en España y perteneció a la resistencia francesa, Julio era director de cine.
Cuando leí la placa de Pablo el verano pasado, me vino al corazón mi entrañable amigo Manuel De Cos y su padre Donato, del que nos habló muchas veces. Recuerdo que viajó a Mathausen recogiendo los pasos de su padre varias veces. Manolo murió en 2017, a los 97 años, en Rábago, su pueblo de Cantabria. Donato murió mucho más joven, con 46 años en 1941, en Gusen-Mathausen, no tuvo la suerte de mi vecino, que fue liberado.
Donato fue teniente alcalde de su pueblo, Rionansa, en Cantabria, esposo de Magdalena, padre de seis hijos. Tuvo que exiliarse a Francia, volvió durante la guerra y terminó apresado por los nazis en Dunquerque. Deportado a Mathausen, y asesinado en 1941.

Donato de Cos, asesinado en Gusen en 1941
Pregunté a Marisol González, amiga, nuera de Donato, activista por la memoria histórica y delegada de AGE (Asociación de Archivo, guerra y exilio) en Cantabria, que se estaba solicitando autorización al Ayuntamiento del pueblo, para colocar el homenaje en la puerta del ayuntamiento del que fue teniente alcalde hasta 1936.
Hoy supe que el ayuntamiento de Rionansa en pleno, rechazó el pedido considerando que no era adecuado “que se honre a una víctima de un bando y no se honre a otros”. Los solicitantes explicaron que no se trataba de la Guerra Civil Española sino de algo que ocurrió en 1941, Segunda Guerra Mundial, aun cuando es claramente el golpe de estado y la guerra civil lo que convierte a Donato en uno de aquellos dobles represaliados: por el régimen nazi y por el franquismo.
El proyecto exige la autorización del Ayuntamiento, cada placa, cada nombre. La negativa de Rionansa es otra forma de ocultar y desconocer la vida de miles de personas que lucharon por la paz y por una sociedad más justa, no solo en España sino fuera apoyando solidariamente a otros países. Una obra de arte y de justicia que queda trunca porque, hay quienes pretenden decidir a quién tenemos que recordar y a quién no.
Las piedras de la memoria también significan comunidad: asociaciones, personas y ayuntamientos se ponen de acuerdo, y juntas, ejecutan el ritual. La no-piedra de Donato, es un fracaso para esta comunidad, por causa del equipo del ayuntamiento.
Donato de Cos no tendrá su stolpersteine, pero nadie lo olvida. Y aquí digo su nombre. Por él, por Manolo y Jesús, dos de sus hijos que me fueron cercanos, por Maximino, su hijo mayor, Maximino, que aún vive, por sus nietos y bisnietos, por todas las que amamos a esta familia y supimos de sus luchas y sus quereres, por todas las personas que esperan un reconocimiento, un respeto, una disculpa. Por la justicia que merece la memoria histórica.
Hay en España casi quinientas piedras de la memoria. Ninguna es para Donato de Cos. Aún no.
Enlaces:
https://age-derechos.blogspot.com/2025/03/el-ayuntamiento-de-rionansa-rechaza-en.html