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El
teatro documento (…) continúa haciendo agujeros en la mordaza artística que ha
segregado la ideología dominante del capitalismo tardío, mantiene en pie la
denuncia contra lo que acostumbramos a entender por el mundo y que procede
precisamente del abandono del discurso crítico y analítico.

 César de Vicente

                 Apropiarse de la narrativa, imponer un relato,
es un acto de violencia simbólica
.

Ana Contreras y Alicia Bla


Cuando le conté de la publicación de este libro diciéndole «he parido»,mi amiga Maya Mena, allá en mi Lima lejana, me contestó «has parido felicidad» parafraseando un poema de Mario Benedetti. Y es cierto.

La felicidad de dedicar meses a investigar y comprobar, una
vez más, cómo la fascinación del teatro nunca se acaba. Sus reinvenciones a lo
largo de la historia han sido y seguirán siendo innumerables. Algo que es
tranquilizador recordar en esta época de pandemia y elección de prioridades de
nuestr@s gobernantes y también de las personas a título individual.

 Oficio y pasión, el arte es un derecho esencial de todas las personas.El teatro es, ante todo, arte. La belleza, la
risa, escuchar y contar historias (de todas las maneras en que el arte sabe y
sabrá hacerlo), es algo que nos pertenece como seres humanos. Aprender a mirar
de diferentes, de múltiples maneras y elegir la forma de expresar lo que esa
mirada nos produce, compartirla con pasión, trabajo y reflexión. Como artistas
y como espectadoras y espectadores. No se puede relegar este derecho que no
solo consuela o entretiene, también educa, provoca, zarandea el pensamiento y
las emociones, es lugar de encuentro y también de confrontación sana y
necesaria sin crispaciones de div@s enfrentad@s. Testimonia, recuerda, visibiliza. Nos interroga como seres human@s  y como sociedad.


Teatro documento y testimonio en el siglo XXI, es un ensayo que recoge un modo de
hacer teatro desde y hacia la realidad social, que suscita hoy en día la
atención de creadores de muchos lugares del mundo. Tras un siglo de existencia,
el teatro documento reclama su sitio en los escenarios. En un mundo globalizado,
este reclamo se ha convertido en una necesidad: la sociedad y sus artistas
hablan a través de un teatro que presenta testimonios de parte recogidos en la
calle, en las guerras, en las escuelas, en los medios de comunicación, en los
lugares y los cuerpos de la memoria.

En los años veinte del siglo pasado, la revolución del teatro
político alumbró esta forma de hacer teatro, con las evidencias de los hechos
llevados a escena. En todo este tiempo ha ido adquiriendo diferentes formas,
nombres, variantes y formando parte de otras propuestas, desde el teatro del
oprimido hasta la performance. El siglo XXI nos ha traído una nueva y
fructífera cosecha.

Desde Argentina hasta Ruanda, el teatro documento con su
“lente” artística, es hoy en día una de las formas en que las sociedades se
cuentan a sí mismas a través del teatro, en todo tipo de escenarios: un teatro
convencional, un instituto, un pueblo de los Andes o de la sierra de Granada,
una metafórica patera, una fábrica, el centro de una gran ciudad en proceso de gentrificación,
un pequeño barrio de Madrid o Berlín.

A través de “contarse”, este modo de hacer busca que las
personas de estas sociedades (incluidas todas las que participan en la creación
artística) reconozcan y tomen su lugar en la historia, presente y pasada. El
teatro, hoy con mayor rigor artístico que nunca, documenta la realidad y sus
aristas.

Trabajar en este ensayo me ha enseñado caminos nuevos y
nuevas formas de recorrer los caminos que ya estaban allí. Las y los artistas español@s
que entrevisté, que conocí, cuyas obras vi: Lucía Miranda de The Cross Border
Project, María San Miguel de Proyecto 43-2, Ireneu Tranis, de Mos Maiorum, Fernando
Sánchez Cabezudo, Pamela Palenciano, Raúl Quirós, Albert Boronat, Magda Labarga
y Laila Ripoll; son un tesoro que necesito compartir. Las reflexiones de este
ensayo dialogan con sus obras, de las que parte, las que recorre, e interroga. También
parte de obras como Jauría, Zero Responsables, Pendiente de voto, de colectivos
como Mujereando, Caídos del cielo y La Rueda Teatro Social.  Por eso mis ganas de compartir este intento de
introducción al teatro documento, que comenzó como una tesis de máster: para mí
y para quienes no conocen el teatro documento, o lo quieren conocer más.
Naturalmente hay mucho más que decir, y por algún lado había que empezar, por
eso decidí centrarme en el teatro documento hecho a partir de testimonios, que
no es poco. En lo teórico soy deudora de maestras y maestros de todo el mundo,
que han reflexionado sobre el tema y, en muchos casos, bastante más allá de lo
que he podido y querido, por prudencia, abarcar.

En lo amoroso, en lo que tiene de pasión mi oficio y reflexionar sobre él, soy deudora de mis primeras y primeros
maestros de teatro: José Carlos Urteaga y mis compañer@s de Magia Teatro de Grupo,
Arturo Valero, Reynaldo D’Amore, Ana Correa, Miguel Rubio y la tribu de
Yuyachkani, Roberta Carreri, Eugenio Barba y su tribu odiniana… todo@s
imprescindibles e inspirador@s; de mis primeras maestras de teatro documento:
Lucía Miranda y María San Miguel, pero también de Andrés Lima, Jordi Casanovas,
Roger Bernat y Lola Arias (a quienes no conozco personalmente) con sus obras y reflexiones y, por supuesto, de
mi maestro de teatro aplicado, una bomba de entusiasmo, honestidad y
generosidad: Tomás Motos Teruel.

 Gracias a la compañía
de ellas y ellos, puedo presentar esta reflexión-introducción por mucho tiempo soñada
y acariciada.

 


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