Sábado en el hemisferio norte.
Este hemisferio norte que ha sido durante tantos años mi cobijo y hoy es
también prisión. Hoy sábado de junio, con el verano que hasta ayer asomaba y
hoy, ha reventado en todas las ventanas, con ese amarillo luminoso, despiadado
y bello como un amante cruel.
Este hemisferio norte que ha sido durante tantos años mi cobijo y hoy es
también prisión. Hoy sábado de junio, con el verano que hasta ayer asomaba y
hoy, ha reventado en todas las ventanas, con ese amarillo luminoso, despiadado
y bello como un amante cruel.
A la sombra de mi cielo raso,
afanada en asuntos domésticos, preparo para nosotros dos, la cama que hace unos
meses conseguimos para recibiros, mis pequeñas enormes hermanas.
afanada en asuntos domésticos, preparo para nosotros dos, la cama que hace unos
meses conseguimos para recibiros, mis pequeñas enormes hermanas.
Recuerdo aquellos días al tacto
de las cosas que entonces eran nuevas. Aquel terrible noviembre en el que
supimos con el cuerpo, ya sin remedio con nuestros cuerpos, que habíamos
perdido a papá y que esa herida nos iba a sangrar toda la vida; y nos juntamos
para sangrar juntas…algo que nunca ha espantado el dolor, pero que sí pudo
atraer lo que siempre habíamos tenido: la risa, la carcajada que lleva a las
lágrimas y ellas a la carcajada. Y así nos movíamos, desangradas y
descarcajadas en nuestro ritual sanador, ese que nadie nos había enseñado. O
tal vez sí, tal vez fuiste tú mamá “pequeña gran hermana”, con tu voz cantora
de mi infancia, con tus brazos abrazos y tu regazo nido donde esconder un rato
la lágrima indiscreta y necesaria. Mientras la hermana mayor, que nunca fui yo,
impostora, sino la pequeña enorme, dulce, sabia, hermanita, oh capitana mi
capitana, nos acogía a las dos. Y nosotras a ella. Y vosotras a mí y nosotras a
ti.
de las cosas que entonces eran nuevas. Aquel terrible noviembre en el que
supimos con el cuerpo, ya sin remedio con nuestros cuerpos, que habíamos
perdido a papá y que esa herida nos iba a sangrar toda la vida; y nos juntamos
para sangrar juntas…algo que nunca ha espantado el dolor, pero que sí pudo
atraer lo que siempre habíamos tenido: la risa, la carcajada que lleva a las
lágrimas y ellas a la carcajada. Y así nos movíamos, desangradas y
descarcajadas en nuestro ritual sanador, ese que nadie nos había enseñado. O
tal vez sí, tal vez fuiste tú mamá “pequeña gran hermana”, con tu voz cantora
de mi infancia, con tus brazos abrazos y tu regazo nido donde esconder un rato
la lágrima indiscreta y necesaria. Mientras la hermana mayor, que nunca fui yo,
impostora, sino la pequeña enorme, dulce, sabia, hermanita, oh capitana mi
capitana, nos acogía a las dos. Y nosotras a ella. Y vosotras a mí y nosotras a
ti.
No hubo jamás un héroe griego ni
romano ni bárbaro ni inca ni peninsular, que tuviera unas honras tan largas,
tan hondas, tan verdaderas, tan nuestras, ni unos corazones destrozados con
tantas ganas de latir.
romano ni bárbaro ni inca ni peninsular, que tuviera unas honras tan largas,
tan hondas, tan verdaderas, tan nuestras, ni unos corazones destrozados con
tantas ganas de latir.
Ahora con corazones encendidos,
no avistamos el momento de la piel. Nunca tres mujeres llegaron tan lejos con
su abrazo.
no avistamos el momento de la piel. Nunca tres mujeres llegaron tan lejos con
su abrazo.
Que lejos queda la normalidad, nueva
o vieja, tanto da. Nada es normal en un mundo sin él. Y nada es normal en un
mundo sin sus sueños de juventud: igualdad y amor para tod@s.
o vieja, tanto da. Nada es normal en un mundo sin él. Y nada es normal en un
mundo sin sus sueños de juventud: igualdad y amor para tod@s.
En este hemisferio hacemos amago
(hacen) de ir hacia ese pasado que no volverá. Yo lo sé. Mucha, demasiada gente
que ha perdido a los suyos, literalmente, porque desaparecieron en una camilla
y no los volvieron a ver, no las volvieron a ver, lo saben muy bien.
(hacen) de ir hacia ese pasado que no volverá. Yo lo sé. Mucha, demasiada gente
que ha perdido a los suyos, literalmente, porque desaparecieron en una camilla
y no los volvieron a ver, no las volvieron a ver, lo saben muy bien.
Libaciones, cánticos, monumentos…
no.
no.
Risas, cuidados y palabras de
amor. Eso que a tantos y tantas les faltó.
amor. Eso que a tantos y tantas les faltó.
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Es domingo en las orejas de mi burro. De mi burro peruano en el Perú. Perdonen la tristeza,